
Querida Amanda:
Tan trillado va esa expresión que son pocas sugerencias las que te pueda traer. No te culpo. No he querido dar las últimas noticias porque seré que serán fatales, pero creo que ha llegado la hora de comenzar a gritar los sentimientos al aire, de dejarte ir y creer que lo que fue un día tarde será para volver a experimentarlo.
Sé que te parezco un egoísta. Como si fuera el único tipo en el que te pudieras fijar por estas fechas. Pero es que te recuerdo tanto que el tiempo tiene muy poco significado para mí. No ayudan las largas tarde y las prolongadas madrugadas en las que Horacio intenta acompañarme y me mira preocupado sin saber qué hacer.
Estoy escribiendo mi segunda novela. Seguro volverás a aparecer y el resto de los muchachos me dirán que soy un mentiroso, que no te he olvidado, que aún te extraño. Sé que lo sospechas: les daría la razón y saldría corriendo porque no aguantaría el valor. No sabría cómo responder a las preguntas de cómo se olvida al amor que fue la parte más importante de tu vida.
Cuéntame cómo es Buenos Aires. ¿Es verdad que en cada esquina uno puede entrar y pedir un cargado? O será que sólo me lo imaginé en mi libro. Pobre Zurda melancolía, hace mucho que no sé de ella, desapareció.
Permíteme contarte algunas cosas. He comenzado mis estudios de posgrado y las cosas están saliendo muy bien. He conocido a muchas personas y parecen ser unos buenos amigos. Pero sabes que no confío mucho en lo que no conozco, así que me doy a la tarea de inventar historias acerca de ellos. Hemos salido repetías veces y conversamos, bebemos cervezas (yo sólo pido pacíficos), comemos chatarra y casi al final el mareo nos indica que es necesario dar por terminada la reunión. El último bar que visitamos fue por un sitio peligroso, tan peligroso que en la misma calle estaban las oficinas de la PGR. Nada que fuera agradable a mi vista.
Me pregunto cuánto realmente me conoces. Durante mucho tiempo yo traté de dar contigo pero no puedo. Alejandro Fado ha sido un testigo fiel en eso. Con él he recorrido muchos kilómetros. Es un gran tipo. Imagínate, insinuó que no te encuentro porque no quiero encontrarte. Abrase visto semejante mentira.
Espero poco a poco contarte tantas cosas. En estos momentos ando en la colonia Nápoles, espero a mi amigo para entregarle sus cosas y poder irme a casa. Pero creo que antes pasaré al casco, caminaré para recordarme que ando mal, que extraño a una mujer que antes estaba a mi lado. La vida es muy ingrata Amanda. Nunca se puede tener todo lo que deseas. Sólo por momentos puedes tener a tu alcance lo que necesitas. Pero de nada sirve, prontamente se termina.
Este es mi blog. La red es del mundo, así que puedes acudir a ella cada vez que lo desees. Responde un día de estos, prometo que la correspondencia será continua. Por estas fechas necesito retroalimentarme por medio de letras, que sigue siendo lo que me mantiene vivo, de pie, con esperanzas, con los deseos ebrios esperando la mañana.
Hasta pronto Amanda.
Josué Dante
Col. Nápoles, D. F.
Tan trillado va esa expresión que son pocas sugerencias las que te pueda traer. No te culpo. No he querido dar las últimas noticias porque seré que serán fatales, pero creo que ha llegado la hora de comenzar a gritar los sentimientos al aire, de dejarte ir y creer que lo que fue un día tarde será para volver a experimentarlo.
Sé que te parezco un egoísta. Como si fuera el único tipo en el que te pudieras fijar por estas fechas. Pero es que te recuerdo tanto que el tiempo tiene muy poco significado para mí. No ayudan las largas tarde y las prolongadas madrugadas en las que Horacio intenta acompañarme y me mira preocupado sin saber qué hacer.
Estoy escribiendo mi segunda novela. Seguro volverás a aparecer y el resto de los muchachos me dirán que soy un mentiroso, que no te he olvidado, que aún te extraño. Sé que lo sospechas: les daría la razón y saldría corriendo porque no aguantaría el valor. No sabría cómo responder a las preguntas de cómo se olvida al amor que fue la parte más importante de tu vida.
Cuéntame cómo es Buenos Aires. ¿Es verdad que en cada esquina uno puede entrar y pedir un cargado? O será que sólo me lo imaginé en mi libro. Pobre Zurda melancolía, hace mucho que no sé de ella, desapareció.
Permíteme contarte algunas cosas. He comenzado mis estudios de posgrado y las cosas están saliendo muy bien. He conocido a muchas personas y parecen ser unos buenos amigos. Pero sabes que no confío mucho en lo que no conozco, así que me doy a la tarea de inventar historias acerca de ellos. Hemos salido repetías veces y conversamos, bebemos cervezas (yo sólo pido pacíficos), comemos chatarra y casi al final el mareo nos indica que es necesario dar por terminada la reunión. El último bar que visitamos fue por un sitio peligroso, tan peligroso que en la misma calle estaban las oficinas de la PGR. Nada que fuera agradable a mi vista.
Me pregunto cuánto realmente me conoces. Durante mucho tiempo yo traté de dar contigo pero no puedo. Alejandro Fado ha sido un testigo fiel en eso. Con él he recorrido muchos kilómetros. Es un gran tipo. Imagínate, insinuó que no te encuentro porque no quiero encontrarte. Abrase visto semejante mentira.
Espero poco a poco contarte tantas cosas. En estos momentos ando en la colonia Nápoles, espero a mi amigo para entregarle sus cosas y poder irme a casa. Pero creo que antes pasaré al casco, caminaré para recordarme que ando mal, que extraño a una mujer que antes estaba a mi lado. La vida es muy ingrata Amanda. Nunca se puede tener todo lo que deseas. Sólo por momentos puedes tener a tu alcance lo que necesitas. Pero de nada sirve, prontamente se termina.
Este es mi blog. La red es del mundo, así que puedes acudir a ella cada vez que lo desees. Responde un día de estos, prometo que la correspondencia será continua. Por estas fechas necesito retroalimentarme por medio de letras, que sigue siendo lo que me mantiene vivo, de pie, con esperanzas, con los deseos ebrios esperando la mañana.
Hasta pronto Amanda.
Josué Dante
Col. Nápoles, D. F.