domingo, 4 de julio de 2010

CRISIS MORAL Y JUSTA POLITICA



Por Josué Dante
La crisis que actualmente vive el país ha trastocado la psicología colectiva, a la sociedad en medio de la incertidumbre y los dilemas en la toma de sus decisiones. Hoy las noticias fueron las elecciones, “el rumbo” del estado en manos de los votantes. Difícil de comprender si observamos que esa crisis ya no sólo es económica, política y de seguridad, ahora es moral. Es decir, se pone en juego aquellos valores aprendidos por los individuos a través de su historia, valores que poco a poco irán en detrimento y no habrá forma de recuperarlos. Lo que restará es una especie de adaptación por parte de aquel que deposita esperanzas en un futuro que cada vez es más efímero.
Los cambios a través de la política no puede ser la alternativa definitiva de un municipio, donde su colectividad soñadora no pone en cuestión las ideas, mucho menos pretender que cuenten con una ideología que los dirija en función de un discurso. En Juchitán sólo puede percibirse una inclinación política, identificación con el líder, el candidato. Incluso un fanatismo que no permite un espectro más amplio de la realidad moral que se está viviendo.
Hay un argumento de intereses en búsqueda del poder. Con este argumento se elaboran discursos persuasivos que direccionan al colectivo hacia las periferias, donde sus opiniones jamás podrán ser consideradas como trascendentes para el “cambio”. Las alianzas y otras perversiones políticas conforman el origen bélico del trato hacia un estado, uno de los más pobres y analfabetas de la republica mexicana. Y de qué justa democrática estamos hablando si en las noticias anuncian que han matado a candidatos en medio de la crisis económica y del mundial de fútbol en Sudáfrica con el fracaso “tricolor”. Los medios masivos de información convulsionan al ciudadano con derecho al voto, pero también lo condicionan, incluso lo obligan, pero éste no tiene la capacidad o desprecia su inteligencia para percatarse de eso. No se incita al abstencionismo, más bien se busca una responsabilidad del acto.
El nuevo presidente municipal de Juchitán tendrá una tarea difícil de librar, yo diría casi imposible. Porque la corrupción y las injusticias no cesarán con una buena actitud y la voluntad de “cambio”. Hay un arrastre histórico que nadie puede soslayar, menos la élite política coludida con los intelectuales que son los que ornamentan el discurso de poder. La educación tendría que ser la principal prioridad de un proyecto de gobierno, la inversión sobre la prevención de las adicciones en los adolescentes, incluso de los niños que viven en las colonias periféricas de la ciudad. El desarme de las calles para reconstrucción no logra justificar estrategia política alguna, lo que el pueblo necesita son resultados, acciones directas sobre los aspectos más fracturados. La seguridad publica, la repartición de justicia y las iniciativas de inversiones que no deben favorecer a familias adineradas, que curiosamente suelen ser los mismos contendientes de la presidencia.
El estado de Oaxaca no está muy lejos de padecer lo que el norte del país. Por una sencilla razón. Es parte de una nación entera que ha repartido su crisis por todo su territorio. Y los responsables somos todos que hemos llegado a desarrollar una tolerancia hacia la ineptitud política. La opinión publica debería seguir de cerca las votaciones, estar al tanto de las tendencias, opinar y dar razón de sus inconformidades, de levantar la voz y tomar por asalto el micrófono autoritario que hasta hoy ha gobernado a la ciudad.
Dar lecciones de honestidad es lo último que necesita la ciudad de Juchitán. En estos momentos de crisis en donde más falta le hacen los intelectuales a la sociedad, al pueblo que llegan a enarbolarlos sin ningún criterio de valoración. Pero eso no es lo importante, cada uno de los candidatos para la gubernatura o para las municipales, están próximos a la fortuna, a la voluntad de la ignorancia.
En otros estados de la república hay más miedo que ganas de salir a botar, porque las cosas por esos lugares son más serias de lo que la ciudad de Juchitán se imagina. Claro, si están enterados de los últimos sucesos nacionales y globales. Cómo asume la jornada electoral el juchiteco que sabe que a Rodolfo Torre Cantú lo ultimaron en medio de su campaña a la gubernatura. En medio del silencio de Diego Fernández de Cevallos y la psicosis que ha generado el narcotráfico hay votaciones en el país. La hipocresía política es tal que es capaz de enfilar a miles de militares para poder llevar acabo elecciones. Para qué esos soldados. Sencillamente para que el votante no sea acribillado camino a la casilla o en la fila esperando su turno. Cuánto ha invertido el estado para llevar acabo una justa electoral en medio de un desastre.
En tres años más sabremos los resultados del nuevo presidente municipal, y no responderá por los incumplimientos de cada una de las promesas de su campaña. Y no hay razón para exigirlas, pues fueron toleradas siendo completamente imposibles: equidad de género, seguridad social, salud ciudadana, vivienda, etcétera. Discursos elaborados tras una ideología excluyente, que no permite la entrada a posiciones opositoras, y no precisamente las políticas, sino las ciudadanas. Hoy se sabrá ganador un político más en la historia de la “heroica nación zapoteca”, que peca de ingenua y chivata. Es decir, el verdadero votante es la masa, esa que trabaja en el mercado, incluso los campesinos, los artesanos, los estudiantes universitarios, el profesionista. Ellos son los que realmente hacen la mayoría, al resto sencillamente no los conocemos.
Mientras una nación completa, un estado en crisis, una ciudad costumbrista siga creyendo en el cambio político a través de una celebración democrática, significa que el camino sigue errado. Las estrategias de poder definitivamente no está en manos de la población, pero los elementos intelectuales sí son accesibles a las personas inteligentes. Aquella sentencia que sugería la toma de decisión a través del voto ha caducado, ahora los interese son más perversos.
Las deudas políticas serán cobradas en esta década y poco nos está quedando a la opinión pública… sólo opinar y esperar a que un día encontremos la forma de que se nos haga, al menos, un poco de caso.

Ciudad de México, D. F.
josue.dante@hotmail.com

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