domingo, 27 de septiembre de 2009

NADIE DIGA LO CONTRARIO


Me gustaría comenzar con una canción que el público se espera, pero de pronto un miedo me embarga y doy por cerrado el recital. Esto pienso cuando estoy en cama con el lector de discos, mi memoria viaja muy lejos, pasa por Chiapas, se estaciona en Juchitán y después pide asilo a la izquierda de Jalapa, sólo más tarde regreso al D. F. y mi apartamento está como siempre, solo y con soledad. No puedo negar que la botella de vino está por terminarse y no me arrepiento de habérmelo bebido, para eso he nacido y por ello he de morir. Los viejos amigo vuelven avisando que buscan posada y hasta ahora nadie se los ha dado, abro mi ventana, que es por donde entran los bienvenidos, por la muerta sólo los hipócritas de la vida cotidiana, yo mismo entro por la puerta… mi reflejo no.
Ayer viajaba hacia Ciudad Universitaria y me recordé de mi vieja guardia, la que se ha perdido y que tristemente sé que no volverá. Mi hermano Valentín y las travesuras en las que ni los profesores nos descubrieron, mi amigo Mario que siguió en ese viejo barco del que el resto nos bajamos, Rafael del que supe se ha casado y vive completamente feliz, trabaja para vivir y vive para ser feliz, no fueron sus palabras pero pude sospecharlo la última vez que lo vi, el viejo Fabián tuvo que irse lejos y no nos quiso esperar, y yo que era un niño que no sabía qué hacer con su vida. Éramos todos y fuimos suficientes para nosotros, para nuestros padres que nunca miraron con atención lo que decíamos en voz muy baja. El espejo boca arriba fue testigo de largas noches, de breves caminos del que quisimos experimentar y que nadie nos avisó que sería peligroso, sólo los sabios de la calle, que nos recomendaron que en caso de omisión de auxilio podríamos recurrir a su esquina. Lo confieso por mí, no por mis viejos amigos, fuimos y nos dijeron que no sería complicado olvidarnos de pasado, por mi parte dio resultado, sólo de principio, después me enteré que había otras alternativas, a algunos se nos hizo muy tarde. Así es esta vida loca.
Tengo muchas ganas de llorar, porque imagino que llorando el pasado puede pasar frente a mi casa y abrirle la ventana. Y es que me gustaría beberme lo que resta de la botella de vino con Valentín, contarle el último gol en Guatemala, o que él me presumiera su última salvada de gol en Guadalajara, o pedirle a Mario que nos describiera la batida que hizo aquí en el D. F. con los viejos Toros Neza. Pero no sucederá, todo ha terminado, las imágenes se quedaron en los salones de la técnica 50, con las pequeñas novias que nos miraban celebrar victorias y nos desnudaban para aligerar las derrotas. Incluso, ellas mismas dónde estarán ahora, a qué se dedicarán, algunas han tenido hijos y otras siguen en la batalla de la tecnocracia que hace que nos olvidemos de la humanidad. Pero muchachos, eran tan bellas que nos gustaba ver cómo en esa adolescencia sus caderas cada vez abarcaban más espacio en el horizonte. Por ellas y por mis amigos quiero levantar la misma bandera que quemé la tarde que cogí el bus que me trajo a la ciudad para ingresar a la universidad. Recuerdo que hacía un viento norte, de esos acostumbrados, mis mejillas se pusieron muy rojas, mis padres querían preguntarme si me sentía bien, yo dije que no pero que tampoco importaba. Sólo los amigos reconocerían mi mirada, seguro dirían Creo que todo ha terminado, nuevas historias experimentaremos y de esto sólo quedarán los viejos recuerdos… que loca es esta vida Dante.
En el D. F. me despertaron las sirenas de las ambulancias, y unos judiciales me llevaron al cerro del Chiquihuite para robarme mis maletas y mi dinero, tampoco importaba, los engañé, la plata lo cargaba en mis zapatos viejos. Pero también allí me acordé de la preparatoria, cuando las jardineras se encargaban de cubrir los besos prolongados. Allí fueron otros muchachos, otras miradas, otros labios, pero servían para mirar hacia a tras y llorar por los gritos agudos de nuestra voz de pubertad. Cada quién se había ido lejos, Valentín en Oaxaca, también Mario, Rafael decidió clausurar todo, Fabián seguía en el mismo sitio, pero lo recordábamos y sabíamos que entre nosotros andaría siempre. Todo había terminado, nada seguiría siendo lo mismo, ya no tendría los mismo hombros, en la prepa los nombres cambiaron, los labios fueron otros, pero Mario ya no besaba a mi novia, ahora era mi tarea conquistarla, no lo logré, más bien un nuevo Mario se encargó de la empresa. E insistentemente había que volver a la secundaria, visitar las instalaciones y verificar si los arboles olían aun a caderas de niñas adolescentes. Ver pasar a las muchachas, a Ariadna, Rubí, Karina, ella fue mi novia. Juntos creamos un nuevo camino de nuestros pensamientos, faltaba sólo ser adultos y descubrir que nada era equivocado, que a esa edad también podíamos amar, que el amor a primera vista sí existía, que los besos no eran de niños más bien eran de labios pegados.
Ha, mi primer beso, mi primer abrazo, mi primer te quiero, mi primer amor, mi primera vida ha terminado… Hasta nunca camaradas.

Josué Dante
Moctezuma, D. F.

jueves, 17 de septiembre de 2009

LUCIA


Te recuerdo en aquellos días que rondabas los aparadores de la calle de la moda, distraída, tratando de probarte con los ojos aquel vestido que siempre quisiste comprarte, pero que nunca te alcanzaba porque no tenías el trabajo de tus sueños. Mira que soñabas mucho por aquellos días, los mismos en que el invierno se disfrazaba de un sol con su dilema de asomarse o seguirse ocultando. También recuerdo que disfrutabas de caerte con la risa que te provocaba la inocencia con la que cruzaba las calles, vaya, que te quiero decir que ahora espero el disco en verde, casi siempre. Cuando lo dudo por un momento es cuando más te traigo a mi memoria. Digamos que te ocupo como mi héroe que desaparece cuando todo ya está en calma. Es verdad que nunca te comprendí, pero debes reconocer que no eres fácil de entender: tus secretos, tus charlas, el café, las amigas y los buenos modales que olvidamos en el sofá que te regaló tu psicoanalista. Reconozco que desde la sala de espera trataba de escuchar esos murmullos que lograban colarse por los poros distraídos del concreto del consultorio, y es que nunca me contabas ni la mínima palabra, sólo la arenga de guardar un secreto que quizá nadie quería saber, sólo yo. Lucía, mi queridísima Lucía, siempre quise acompañarte a esos lugares extraños que solías visitar en los momentos más tristes de tu vida. Créeme que disfrutaba los aparadores y esas tiendas perfumadas, esos olores no puedo olvidarlos, hoy los percibo cuando vuelvo a pasar por esas calles. ¿Recuerdas que te decía que te parecías a los maniquís que un día estaban completamente vestidas y al siguiente mostrando su desnudez perfecta? Sí, siempre quisiste ser una de ellas, pero yo nunca te lo permití, cuando lo ibas a intentar antes te abrazaba y te plantaba un beso, descubrí que eso te hacía volver a la cordura y me empujabas. Sí, me empujabas y creo que lo disfrutaba hasta que te dignaste a darme el primeo, también fue el último. No me arrepiento de todas esas cosas que te dije, pero me hubiera gustado haberte dicho tantas otras antes de que abordaras el avión, tu locura te convenció de partir y buscar lo que siempre llamaste tu felicidad. Pero en qué estabas pensando cuando me confesaste que siempre estuviste enamorada de mí. No previste el dolor que nos dejaste a mi memoria y a mis costumbres de ser solitario en las noches de alcoba. Pero quiero dejar claro que no te acuso, pues con eso me otorgaste el derecho de existir a mi medida, de vivir la vida que olvidé en las páginas de los pequeños libros que leías en el balcón del edifico que daba justo en frente de esa tienda, en la que mirabas con ojos tristes, casi llorosos, a las ostentosas señoras copetonas que entraban con las manos vacías y salían con las bolsas llenas de trapos inservibles que sólo ocultaban una belleza, que dudo tuvieran tanto como tú. Eras hermosa, todos en la calle decían lo mismo, y no me encelaba, más bien yo decía que esa era la manera de comprobar mi teoría amorosa hacía ti. Lucía, también yo terminé enamorado, igual no lo dije por miedo a que no fuera absolutamente correspondido. Pero las cartas guardan los mejores secretos, así que puedo decir que nunca quise hacerte llorar, pero la insoportable manera en la que me mirabas me obligaba decirte que te olvidaras de los sueños de vuelo y por fin aterrizaras en la habitación en mora que teníamos. Resultaba lo más justo desde mi lado de la cama, pues descubrir que te habías enamorado, por fin, después de estar casada conmigo cerca de dos años, era algo lindo. Sí, lindo, cómo nombrabas a las hojas de otoño que se trituraban bajo tus zapatos azules que tanto cuidabas y que yo un día por descuido olvidé recoger de los remiendo que le encargaste al zapatero. Ellos te enamoraban en un instante y los acompañabas sin la más mínima duda, esos eran los momentos en que comencé a odiarte, pero sólo un poco, lo suficiente para ayudarte con tus maletas en el aeropuerto y que abordaras lo más rápido posible, no fuera que perdieras el vuelo, que siempre era lo que deseabas: volar, volar y seguir volando, aunque fuera necesario pedir prestadas las alas de algún extraño. Nunca tuviste vergüenza en pedir y no devolver lo que no fuera tuyo, eso importaba poco, muy poco, nunca dejé de consentirte tus irresponsables modales. Al final fueron los que te permitieron correr a la orilla del mar y que las olas te fueran mojando los dedos. Entonces ninguno de los dos se equivocó mi querida Lucía, si alguien nos acusa seremos los primeros en defendernos, es verdad que ya no estarás conmigo pero seguiremos de alguna manera conectados. La distancia se convertirá en el pretexto más justificado para escribir lo que me callé durante los últimos años.
Casco de Santo Tomas, D. F.
Josué Dante

sábado, 12 de septiembre de 2009

¡SI TE QUIERO ES PORQUE ERES REVOLUCIÓN!


Es sardónico pero quería decirte que urge retomar el movimiento, es necesario volver la vista atrás y creer que lo que se logró no se ha venido abajo, que la dignidad recobrada sigue en pie. Me dirás que así ha sido, que no pasa nada, y yo te creería. Pero entonces dime qué es lo que está ocurriendo, dónde se quedaron los sueños, cuándo se perdieron, o qué es lo que debemos de soñar. Le he dicho a los chicos que el peor error del ser humano es renunciar a un sueño, pero a qué renunciar, a quién aferrarse si no hay un poco de valor por la libertad, por el pensamiento, por la crítica que puede ser asesina.
Cuando fui estudiante en el CICS había algo que hoy no he podido ver, los libros bajo el brazo era la característica revolucionaria, el asesinato hacia la ignorancia era un común denominador de cada mañana, tomar por asalto lo que nos merecemos, la lealtad, la convicción de una mejor comunidad estudiantil, la responsabilidad de cada uno de nuestros actos y saber que el conocimiento es un compromiso que no debemos olvidar, que utilizar la información es la principal actividad de los estudiantes, que pensar más allá de lo que callan las sirenas es la diversión del luchador. Yo me acuerdo que nada era perfecto, sigue sin serlo, pero desaparecieron las reuniones, se olvidaron de los pasillos donde se planeaban asambleas, donde se criticaba al profesor entarimado con su estéril conocimiento del deber ser. No me da tristeza, esto tenía que pasar, y la esperanza está en la voz del estudiante, pero lamentablemente no soy nadie para responsabilizarlo, yo los vi crecer, me acuerdo de compañeros que gritábamos las mismas consignas en cada marcha, cada dos de octubre, que gracias a alguien no se me ha olvidado, me acuerdo de ti y de Ismael, de Carlos y Alberto, de Pedro y Lourdes, de todos ellos que jamás bajaron la guardia y asumían la consecuencia de sus actos. Hoy son otros tiempos, o tal vez deba decir ‘hoy ya es el tiempo de cambiar’, de seguir lo que antes era, de transformar la realidad y evitar que las mentiras se disfracen de verdades.
Visito las instalaciones y no puedo dejar de admirar cómo los espacios son mejores, las oportunidades son mayores porque los estudiantes se las han ganado. Pero de pronto algo sucede, no sé qué es, pero sucede algo que nadie ha percibido, no se percatan, no lo asocian. Cómo decirles que no se alejen, aquellos compañeros, los de previas generaciones, visiten su antigua escuela, reconózcanla y reconózcanse en ella, vean que poco a poco busca crecer, busca ser alguien, lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Cada quien ha tenido su oportunidad, llegaran otros y tendrán la responsabilidad de que la comunidad crezca, las tres carreras lucharán en conjunto, porque es la única manera de llegar alto, de llegar lejos, de llegar a algún lugar. Allí nos veremos y nos estaremos abrazando, nos contaremos los secretos y recordaremos lo que se ha padecido para llegar hasta allí.
Y a ti te quiero decir que admiro la valentía que mostraste mientras pudiste, pero a guisa de reclamo, por qué no, lamento que no siguiera así, que pareciera que el olvido sembró raíz en tu memoria. No lo creo, no me hagas caso, pero me daría miedo que así fuera. No es que esté desesperado, sólo me imagino tu brazo levantado y tus palabras resaltando sobre las paredes de tu escuela, de mi escuela, de la escuela de todos, del pueblo. Cómo hacerle para volver al camino del sur sin que nos digan que hemos fracasado en el intento. Sé que me comprendes porque eres al igual que yo: luchador incansable, porque al igual que yo, las causas justas son tu motivación diaria.
Hasta hoy hemos estado todos en esto, algunos ya se fueron, otros coquetean con volver, algunos más sencillamente creen que su formación académica ha terminado. Que las palabras vuelvan, que no se las lleve el viento, que no te digan mentiras sin acompañarla con un buen vino, muy amargo, al final lo amargo se convierte en lo mejor. La batalla no ha terminado, nadie ha perdido la guerra, esto no es una guerra, pero alguien tendrá que ganar… Seremos nosotros, confía en mí.
Juventud en el mundo, éste coro fecundo surge de la canción que cantaban los comunistas, pero el mundo es ancho y nos regalaron una parte de ella, y será en esa parte donde haremos un nuevo espacio, donde nadie nos diga lo que debemos hacer, donde mis labios griten fuerte un nombre que retumbe sobre el viento cortado: que viva el ‘che’, que viva Allende, que muera la traición y la deslealtad. Pero ellos ya se fueron, eso es lo que quiero decirte, ahora estamos nosotros, la escuela no está lejos, véanla, ¡carajo!, no se moverá, espera por nosotros y también grita porque la contemplemos. Me dirán que el tiempo romántico ya ha pasado, que hoy urge progresar, de qué progreso me hablan, o será que nos falta valor para mirar cómo el pasado se pierde y no hacemos nada para mantenerla.
Al menos yo, en mi espacio de sueño, sigo esperando ese día en que todo vuelva, que no se vaya más la esperanza, darle existencia a mis sueños, que no desaparezcan. Me he enamorado de mis convicciones, lo he aprendido de mi padre, de mi madre, de la abuela, de mi pasado, del campesino, de la humanidad, de ti que eres mi hermano de lucha y que por nada permitiría que te pasara algo. Lo digo sin miedo, si en estos momentos me aseguraran que mi vida vale la liberta, la dignidad y el progreso de mi escuela, juro que la daría, yo mismo me la quitaría. Pero no es el caso, no es por allí el plan, sé que opinas lo mismo, sé tantas cosas de ti que no me puedes mentir. Pero qué sucedería si juntamos nuestras almas y vamos por el mismo objetivo, qué sucedería si gritamos la misma consigna una vez más, sólo una vez más, a ver qué es lo que pasaría, temblaría la tierra, lo puedo asegurar.
Nuestros pasos siguen el mismo camino, ven a la distancia el cuadro que pintaron con su sangre, porque creyeron en lo que hacían y quizá sea justo lo que nos pasa por estas fechas. Por un solo instante voltear la vista hacia atrás, recordar lo que fuimos o por lo menos imaginar aquello que nunca nos dejaron ser.
Te quiero, y te quiero porque has visto la desigualdad, lo indigno que puede ser estar en un lugar que nos ganamos y que nadie nos ha regalado. Te quiero porque escuchas mi palabra, porque retroalimentas mis motivos, te quiero de verdad, como se quiere al guerrillero que lucha al lado de su hermano. Te quiero porque eres revolución.

Josué Dante
Casco de Santo Tomás, D. F.

RESPONSABILIDAD INTELECTUAL EN JUCHITÁN


Sobre Juchitán he escrito muy poco y en las últimas fechas procuro comprender los motivos inconscientes que pudieran estar inmiscuidos en este asunto, y lo medito debido a que soy un escritor comprometido con todo lo que considero importante, mucho más sabiendo que soy oriundo de esta ciudad que carga con una historia que muchas veces es imposible de rechazar y en el primer intento sucede que nos parecemos más a lo que negamos. Llegué a una conclusión muy curiosa y puede ser juzgada de evasiva: ¿qué puedo escribir cuando todo ya ha sido dicho en las plazas, entre los vecinos, el mercado y las historias que contaron los abuelos?
Aun así siempre hay algo que señalar, quizá resulté complicado de explicar pero lo voy a intentar, cuando uno tiene el oficio de ser escritor comprende que la realidad no puede seguir siendo la misma, que es necesaria una nueva perspectiva donde más de dos pensamientos se albergarán. Recientemente escuché una conferencia de Irma Pineda, indudablemente una de las poetas más prolíficas del estado de Oaxaca, y en su disertación dijo que la única manera de recuperar la lengua madre es hablándola, descifrándola y reconociéndose en ella, porque una persona que habla el español y el zapoteco son dos personas, dos almas, dos pensamientos –espero haber logrado capturar la idea de la maestra, de lo contrario anticipo mis disculpas–, consecuentemente y creyendo en las palabras de la poeta, la tarea es que uno se reconozca en Juchitán, que se redefina constantemente con su historia y todo lo que inherentemente conlleva el ser de la tierra zapoteca.
El imaginario psicológico del Juchiteco es rico en costumbres, tradiciones, recuerdos y anécdotas; es decir, de historia. Siempre está intentando parecerse cada día a lo que él cree que es, lejos de pretender imitar los estereotipos que se presentan a través de los medio de invasión. Desafortunadamente no siempre logra esta tarea y se ve derrotado ante la influencia, ahora podemos ver a adolescentes y jóvenes que al parecer forman parte de una generación desconocida, pero muy justificada; resulta imposible no sucumbir ante el bombardeo constante de la información visual. Pero están ellos, los artistas, los escritores, lo promotores culturales, los que diariamente luchan por recuperar algo que yo opino sobreviviría por sí sola, sin necesidad de sujetar su estancia en la actualidad. Pero el artista Juchiteco tiene miedo de perder su entorno natural, así que busca mantenerla como antes era, como alguien alguna vez narró que fue. Los medios culturales logran su fin cuando por la radio se escucha un zapoteco cantarín con una programación de música regional y alegorías sobre los sabores que el Istmo tiene como riqueza, cultural le llaman ellos y yo les doy toda la razón; las revistas que publican poemas en lengua originaria y que además promocionan, hasta sus posibilidades, la importancia del rescate de la historia. Cada uno de estos comportamientos son los que forman la personalidad, la riqueza de rasgos psíquicos de los que jamás se podrá separar.
La cultura es una formadora de la personalidad, y ésta jamás tendrá una transformación drástica en el desarrollo personal, por tanto, el Juchiteco con el paso de su desarrollo histórico jamás dejará de serlo, su psicologismos será siempre la de una persona del sur de México y con todas las características, en forma notable o en remanencias, de lo que sus antepasados fueron. Pero eso sí, y en esto hay que poner atención, las culturas evolucionan, confío en que la historia de igual modo, entonces la línea de vida histórica de Juchitán y sus habitantes también evolucionarán, llegando así a una nueva síntesis, a un nuevo presente que será la continuidad natural del tiempo.
Y éste es justamente mi compromiso como escritor, el de concientizar la realidad psicológica que los individuos viven, de un presente que de pronto pareciera muy efímero y que tenemos muy pocas oportunidades de modificarla. Juchitán tiene por tarea sobrevivir a lo que en el mundo se llama globalización, pero su lucha no es la de evitarla, sino el de adaptarse cuando le llegue el turno de integrarse a ella, y eso comienza a suceder. Pero advierto que esto no es grave, pero sí inevitable, y de algo estoy seguro, no habrá un solo proyecto cultural de recuperación que pueda evadirlo, además no creo que el propósito sea éste. Pero lo que sí es necesario y no puede soslayarse es que el compromiso de todos aquellos intelectuales que utilizan la literatura como herramienta de trabajo, tienen como obligación escribir y trascender a su propia historia, de olvidarse de que los poemas sólo sirven para enamorar a la damisela zapoteca, pues es una de las principales mentiras, la poesía es una de las armas revolucionarias más importantes que existen y a través de ella se puede crear a una generación entera de pensadores que confíen, ya no sólo en su historia como zapotecas, sino en su futuro como seres humanos provenientes de una cultura que servirá para siempre de bastión en cada uno de sus sueños.
El Dr. Hans Oleg, un gran psicoanalista mexicano, dijo que una de las condiciones más importantes para alcanzar todos los objetivos en la vida es haberlos soñado antes. Tesis a la que me adhiero indudablemente, mi sueño es que un día Juchitán se convierta en una ciudad de libres pensadores, de seres universales que no podrán olvidar su pasado debido a que estará en cada gente, en cada mercado, en cada plaza y en cada historia que cuenten los abuelos.
Uno jamás será presente, siempre será pasado.

Josué Dante Velázquez Aquino
Juchitán, Oaxaca